NADA

Me he asomado al balcón de tus ojos

y no he visto NADA,

NADA ahí afuera.

Mi piel se ha vuelto escarcha.

Una autopista de pago se ha interpuesto entre nuestras manos.

Pero yo no llevo nada suelto en los bolsillos.

Fuera hace un frío polar,

dentro la temperatura es aún más baja.

NADA, pez, NADA, hacia otras aguas más cálidas.

Reflexiones urbanas (I)

(Honesty Bookshop, in Hay-on-Wye, Wales)

¿quién entra en las librerías en que no entra nadie?

librerías de libros de infinitas manos de manos secas agrietadas por lo fuerte de la lejía, manos cálidas necesitadas de otras manos, finas manos que se contonean con una sofisticada delicadez en el pasar de las hojas. librerías de múltiples ojos que recuerdan que un día ellos también fueron protagonistas de sus historias y amaron salvajemente y en secreto como Hester Prynne o en erótico silencio como Max, el berlinés.

librerías de libros roídos por los silencios que se cuentan entre las agujas de un reloj que cuelga de la pared del fondo donde el polvo se diluye en el olvido

¿quién mira a quien no mira nadie? ¿quién es testigo de sus prolongados silencios? ¿quién le acompaña en el camino si cuando echa la vista atrás no mira nadie?

¿quién mira al desvalido, al culpable por homicidio, al perpetuo encadenado? ¿quién mira al sintecho de la calle Fuencarral esquina con Espíritu Santo? ¿quién me mira a mí? ¿con quién te estás mirando? ¿dónde está el amor? ¿dónde se ha ido?

Los Nadies

Manos de la ProtestaLágrimas de sangre

(Guayasamin)

«Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy,
ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
rejodidos:

Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies,
que cuestan menos
que la bala que los mata.»

(Eduardo Galeano).